martes, 27 de octubre de 2015

/Deseo/Emociones-rotas/

No sé por qué todos mis sueños se llevan a cabo en un ambiente oscuro; a veces pienso en un lugar verde y enorme que estimula mi cerebro a no matarme, a tratar de verme contento. En una situación totalmente diferente, pienso en los lugares más comunes en los que llevo a cabo mi día, pero llenos de oscuridad, tortura y un delicado toque de locura. Ésta es la manera en la que mi cerebro (TAL VEZ NO ÉL)  me provoca y trata de convencerme de perforar mis ojos e introducir mis dedos en mi cerebro, creando así, grietas y que con el tiempo, pequeños gusanos se alimenten de mi cuerpo en descomposición. De pequeño no reconocía estos sucesos, reaccionaba llorando y corriendo a los brazos de mi madre...y la compañía de mi padre. Unos años después, les otorgaba más presencia e importancia a mis diálogos porque para mí, lo extraño, lo desconocido y lo tenebroso es algo que se no debe esconder, negar o disfrazar para que esté entre la humanidad sin que éste se de cuenta de su existencia. Ahora, quiero destruir con una bomba de gritos y verdad a mi sueños. Estoy harto de sentir que son normales, que son buenos para mi creatividad e historias; me hacen sufrir y no me dejan dormir. E-l-l-a trata de ayudarme y me aconseja hablar de mis sueños y momentos de locura con alguien experto en contrarrestar estos sentimientos e impulsos, pero al final de nuestras conversaciones terminamos con la misma idea de que mi situación es algo como consecuencia de mi negatividad hacia la vida y que simplemente lo olvidaremos.                                                                                                           
¿Por qué siempre se hace eso?     
Sólo hay un lado bueno pero que aviva mi preocupación: de vez en cuando, estos sueños me causan placer.

"La vi detrás de mí, aburrida, leyendo lo que supuestamente ella tenía que decir al presentarse a los adultos. Yo estaba dudando mucho si hablarle o no, para pedirle perdón por molestarla tanto con mi molesta presencia y después de voltear a verla varias veces, me cansé y le dije muy educadamente: perdóname. Ella bajó de la tarima y se paró frente a mí. Viéndome a los ojos con una mirada curiosa y contenta, entrelazó los dedos de sus manos apoyándose sobre mi nuca, logrando así, mantener mi cuerpo junto al suyo, sólo permitiéndome ser libre cuando ese fuese su deseo; yo complementé su acción colocando mis manos en su cintura; sentía su cabello acariciar mis manos de lo largo que éste era y después de hablar de nuestra finalmente lograda felicidad simplemente viéndonos directo a los ojos, nos besamos. Un beso profundo, lleno de amor y ||deseo||, dado con un sentimiento de enojo pero alivio puro.

Un amigo y yo entramos al auditorio, vimos el lugar en el que nos tocaba exponer, llegamos ahí y colocamos nuestro material para que cuando entrara el Juez, notara nuestro esfuerzo de vapor, nuestras sonrisas sostenidas con ganchos y ojos cerrados por su ego. El Juez pasó y mi amigo me preguntó sobre qué pienso hacer respecto a mis problemas y le respondí con un comando sutil, elegante y ofensivo: cállate, idiota. Muchas personas en el auditorio nos escucharon y entre mi intento por contener mi risa y el nerviosismo de mi amigo al pensar que íbamos a ser regañados, soltamos unas bajas en volumen, pero fuertes, carcajadas. Después suspiré y la vi detrás de mí." 
Él (Creo que fui yo).

"La pesadez de mis párpados casi lograba que me tirara al suelo pero recordé que estaba a pocos metros (1) de volver a sentir su cuerpo, a ver los ojos que alguna vez me vieron con sentimientos de misterio y curiosidad bajo poca luz y sonidos con un volumen muy alto los cuales eran ajenos a nosotros. Agité mi cabeza para arrojar la mayor cantidad de agua acumulada por mi cabello a causa de la lluvia y empecé a correr hacia el centro de la estación pero ahora, por todos los sentimientos de alegría, mis ojos ya no tenían pesadez y mi sonrisa quiso despertar y dejar de lado el frío y la amargues que otros individuos habían depositado en ella. Todas las personas que tenían un destino parecido al mío o que regresaban de éste, me veían agitado y sacrificando una estabilidad permanente; los volteaba a ver y después regresaba mi mirada a una posición firme, viendo el centro de la estación de trenes, haciendo gestos con la boca para así, según yo, aguantar un poco más el calor de mis músculos.


Por fin llegué a donde yo quería llegar, mis últimas pisadas se escucharon por todo el lugar y apenas podía respirar. Volteaba hacia todos lados y no la podía ver. Pude contener un poco el dolor de mi pecho para seguir buscando a esta mujer y estuve a punto de resignarme y regresar a mi miedo, cuando en ese momento, e-l-l-a apareció por mi lado derecho. Era la persona que cuando nos abrazamos por primera vez, sentí cómo su cabeza justo tocaba mi barbilla, cómo sus brazos me sostenían por primera vez físicamente, cómo su cariño representado por un paisaje que se veía a través de sus ojos, miraba los míos queriendo descansar. 



Hablamos de escapar en ese momento. Ella y yo teníamos nuestras pertenencias más esenciales (y a nosotros, por fin) para irnos a cualquier lugar lejos de la represión; estábamos muy felices de por fin estar juntos de nuevo que excluimos por un tiempo la idea de huir, para disfrutarnos, pero tomamos la decisión, era momentos de vivir. Dijimos: sí. 
Creo que jamás la había escuchado decir "sí".
Agarré mis maletas, ella las suyas y entrelazamos nuestros brazos para iniciar este nuevo planeado vivir pero algo me detuvo...o alguien. Le dije que no, pero no siento que haya sido yo; yo no hubiera sido capaz de negarle que la amo ni de negarme de ese mismo hecho a mí mismo pero hubo algo que provocó ese terremoto. Lo siguiente y final fue mi despedida de espaldas hacia ella, un oscuro fondo tragando nuestra única oportunidad de escapar, solamente dejándola a ella como figura y mi mirada hacia abajo viendo a mis pies subir los escalones hacia mi miedo: la comunidad." Yo (Definitivamente yo, no/▫️ pudo/fue ser/▫️ él)

- . | - - - | . - . - 

lunes, 26 de octubre de 2015

Adiós de color azul.

Observaba el cielo muy cerca de mí, parecía el techo de mi habitación, y la paz de las alturas me mantuvo sin pensamientos por mucho tiempo, hasta que tuve que olvidar cómo ver el cielo, a causa del sonido agudo y envolvente de una trompeta. Recibí de manera negativa este sonido y quería ignorarlo para seguir disfrutando, pero por alguna razón, por algo establecido pero no reglamentario, tuve que levantarme y hacer cualquier cosa que esta trompeta me ordenara y deseara; lo absurdo y ridículo no empiezan a describir lo patético que eran las peticiones de la trompeta; hasta las notas más altas e incluso las repetitivas escalas convencían a mi mente a cumplir. 

Tuve una oportunidad de no hacer nada o hacer lo que sea, podía crear otro universo, una nueva religión o hasta una utopía para que por fin la humanidad viviera en paz y armonía, pero preferí descansar, aunque fuera sólo un poco, de mi caótica vida artificial. Tomé asiento y busqué la manera de tener una agradable plática con una nueva persona igual a los demás. 
Estoy un poco harto de de hablar con personas diferentes a todos pero iguales a mí. 
Encontré a esta persona que tanto me imaginaba y empezamos a platicar sobre su nuevo hogar, sobre los nuevos recuerdos que ella está creando y de lo asquerosa que mi nueva vida es en estos momentos. Por unos minutos mi vida no fue tan asquerosa y me di cuenta de que esta persona y yo somos similares.

          "______: TODOS SOMOS IGUALES”

Seguimos platicando por más tiempo y yo le contestaba, ella respondía y yo también lo hacía, mi imaginación transformaba las palabras escritas, a su voz, y tranquilizaba mis oídos después de agonizar por las notas agudas que la trompeta alcanzaba y que yo escuchaba. Las posibles sonrisas que ella pudo crear y su posible blanca mirada al ver mis palabras, hacían que mis sueños bailaran suavemente con una técnica impecable, su manera de aceptarme, hizo que mis ojos se cerraran creando unas viejas arrugas en los extremos, que mis labios se estiraran y que mis pulmones disminuyeran en tamaño. La mirada fuerte, agresiva como un tigre y orgullosa como un águila, de esta persona, y el cielo que alcanzaba cuando daba un salto en mi cama, mantenían a un sentimiento seguir sintiendo hasta que yo pudiera observar todo lo que ella es, todo lo que su mente y cabello pueden comunicar a las personas y todo lo que pudiera descubrir si pasáramos cualquier cantidad de tiempo juntos.

Me encantaría observar la combinación de sus ojos y su sonrisa pero lo único que puedo hacer por ahora, es verla y dejar a mi imaginación hacer lo que me hace mejor (no es imaginar). También quisiera hablar seguido con esta persona pero una serie de líneas impiden que coincida el momento en el que dormimos. 


A veces, hablar con alguien nuevo es bonito.


Todos: "Por mi culpa, por mi culpa…

Ese día yo pedí por la ignorancia, que la ignorancia misma resultara absurda y patética ante sus ojos y oídos para que así, la ignorancia se suprimiera a sí misma. Los veía a todos cantar, sus manos entrelazadas, sus rostros apáticos y llenos de aburrimiento reproduciendo monotonía en su voz, pensar que una bebida y un alimento empezaron como sangre y cuerpo humano y dejar que alguien "iluminado" introduzca aquella materia divina en su cuerpo y todavía suplicar usando una elegante y desgastada palabra: Amen. 

Odio ver a las personas vivas pobres, dar lo poco que tienen y ofrecerlo (ya saben a quien) a cambio de paz  eterna en el cielo, salud de por vida, felicidad, éxito laboral, amor y fortuna. Lo que hacen los vivos pobres después de repetir los cantos y oraciones más de cuatrocientas veces es: nada, viven sus días como todos los pasados con sus mismas esperanzas, mismas decisiones y mismas personas, no tratan de cambiar su camino por su propia mano, lo dejan todo en manos de la invisible creencia y entregan parte de su vida a un viejo que cree en la misma deidad que ellos pero la única diferencia entre este individuo y los vivos pobres es que el viejo creyente vive su vida tranquilo, en su dorado y bendecido palacio. Existen otro grupo de personas, ellos se acercan muy poco al estilo de vida de los viejos creyentes pero son mejores a los vivos pobres; todos son mejores comparados con los vivos pobres. Estas personas creen creer, participan en actividades religiosas, repiten su memoria cuando el sacerdote se los pide, ingieren vacío, fingen sonrisas y autentica perfección (para ellos la perfección es posible) para que gente diferentemente similar a ellos reaccionen a su felicidad con rumores beneficiosos y al final de todo, marcan se creencia para regresar a sus hogares cubiertos por los anuncios publicitarios de la familia ideal, pero si en alguna ocasión se les pregunta sobre qué es en lo que creen, contestan con basura que no tiene sentido, se les pregunta sobre sus buenas acciones hacia la sociedad mediante la palabra de su dios pero ellos dicen que es suficiente su cumplimiento con repetir y pagar el aire acondicionado de su religioso segundo hogar.


...por mi gran culpa”

Succionando energía.

No puedo creer que hay personas capaces de tomar su cuerpo y arrojarlo 500 km después de su límite, sólo por un documento que "demuestre" su habilidad en una falsedad nada parecida a los problemas. 

Durante mis años de vida he escuchado repetidamente "tienes que ser exitoso" pero no es lo peor, les causa decepción ver como su supuesto próximo orgullo no es lo que milenios de tradición patética ha establecido a los padres de los abuelos. Esos pobres individuos enfurecen en contra de la creatividad del progreso y logran mantener a todos en el mismo periodo de conformismo y odio entre y ante ellos. Lo único que pueden hacer los que quieren evolucionar es mostrar su ingenio y ser aceptados por los que no necesitan creencias ambiguas. 

Mi límite ha sido sobrepasado por muchas personas en mi vida; amistad, destrozo, confianza, inocencia y obediencia han sido sobrepasadas pero yo nunca hago nada, "vivo" la vida como cada próximo orgullo pero la creatividad, esperar ser aceptado por alguien con el mismo sufrimiento que yo, sólo para compartir ideas, es lo que mantiene una barrera entre su furia y el último espacio en mi cementerio.

Cuando llegue en unas horas, vea el mismo espacio y escuche las mismas voces, espero no comer tiempo con mi debilidad; no quiero molestar su energía en voltear a verme cuando piensa en su propia debilidad, cuando trata de establecer un horario a su muy deseado futuro.


Extraño la aceptación.

Déjà vu.

"Entré a mi habitación para por fin descansar de un largo y vacío día. Un inquilino estaba usando la única linea telefónica en la casa, ubicada en mi habitación, pero él tiene mi autorización para utilizarla y lo ignoré para poder descansar. Tomé asiento en mi cama y proseguí a retirar mis guantes negros y mi bata, las coloqué en una gaveta y me recosté, le deseé buenas noches al inquilino y cerré mi mente. 

Desperté después de tal vez unas 4 horas (es recurrente que despierte en diferentes horas de la madrugada y en la mayoría de las ocasiones bajo por un poco de agua pero estaba tan agotado que no decidí abrir ni siquiera los ojos). Escuchaba que el inquilino seguía usando el teléfono y fingía estar dormido para escuchar su conversación sin que él lo supiera. "¿De verdad quieres hacerlo?" "Yo no quiero que él muera" "Te ayudaré" fueron pocas palabras que escuché producidas por la voz de mi inquilino, no pude resistir más tiempo fingir estar despierto y sin darme cuenta, mis pensamientos se oscurecieron. Alguien cambió mi posición en la cama de una manera extremadamente brusca para poder verlo de frente y abrió mi pecho con un garfio...morí.

La volví a ver entrar por la puerta de mi casa, la misma mirada cruel, cerré mis ojos y morí.
La volví a ver entrar por la puerta de mi casa, la misma mirada cruel, cerré mis ojos y morí.

Ésta es la cuarta ocasión y sé que algo no es correcto. Me encuentro en el mismo lugar, en las escaleras, admirando el fruto de mi trabajo y escucho el sonido del timbre de mi casa, una de mis inquilinas abre la puerta y una joven de aproximadamente 17 años cae sobre los brazos de mi inquilina, sucia, empapada por las fuertes lluvias y gritando de dolor, reúne sus últimas fuerzas para verme directo a los ojos de la manera más cruel posible y yo le respondo elevando mi mentón. Mi inquilina, muy preocupada, con su corazón tan protector, lleva a esta jovencita al baño pero antes la sitúa en un sillón y busca una vela para poder iluminar su camino.

Doy mi último recorrido por los cuartos y todo parece normal, sólo vi un grupo de mujeres divirtiéndose en su habitación escuchando música, con muchos estimulantes y les cerré la puerta para que nadie las molestara. Solté una carcajada antes de dirigirme a mi habitación.
Cuando entré volví a ver a mi inquilino hablando por teléfono pero esta vez lo saludé y sin que se diera cuenta tomé mi garfio. Ya no le dije nada y me acosté escuchando su conversación pero me quedé dormido al mismo tiempo que las otras veces; tal vez eso no se puede cambiar. Desperté después de 4 horas, escuché las mismas frases venir de él pero ahora no cerré mi mente, obligué a mis ojos a mantenerse abiertos, y esperaba a esa estúpida joven entrar a mi recámara para poder cambiarlo todo.

Finalmente entró, saltó a mi cama y me volteó de la misma brusca manera pero esta vez, atravesé su boca con mi garfio y la arrojé al suelo, la vi tratar de gritar y luchar pero después de unos segundos dejó de respirar; fue un deleite poder ver su sangre derramarse por su boca, lentamente sobre el suelo de mi habitación.


Todo cambió." .-El Doctor

Dos mil ochocientos noventa y cuatro kilómetros. TP.

Perdí la pasión de perder horas tratando de encontrar momentos para nuestro deleite, ya no soy un suertudo acreedor de palabras mínimas y de largas euforias momentáneas, mi nombre murió sobre sus ojos y también desapareció de su voz. Traté de mantener con vida nuestra espontánea alegría pero su futura rutina es su realidad por ahora.
Pasé un tiempo sin encontrar un diálogo común pero innovador en pequeña escala.
Una niebla cuya densidad era parecida al cabello sobre su ojo claro invadía mis días en su ciudad, pero sus mismos ojos claros causaron que una nueva incógnita surgiera en mis pensamientos: ¿por qué ella?
Siempre me hace preguntas y le encanta escuchar mis respuestas. Su voz provoca aun más confusión en mis pensamientos pero lo divertido y nuevo, calma la ansiedad y furia de la muerte que sostengo entre mis dedos creyendo que la serenidad es el estilo que caracteriza esta peculiar causa de muerte.
Mi familia detesta mi auténtica felicidad porque eso consta de saber que la felicidad no es vivir y morir al igual que todos los individuos del planeta y mi familia amaría que yo fuera mudo y que mis ojos estuvieran cubiertos por órdenes de más de 15 mil años de antigüedad.
No estoy seguro si sus recuerdos fueron absorbidos por los días de palabras, discursos, tinta y hasta algunas veces monotonía o tal vez es momento de simplemente dejar atrás a la felicidad y seguir viviendo rutinas ordinarias. Lo único que sigue manteniendo con vida su suspiro en mi memoria son las fuertes voces de promesas, metas e inocente diversión, la ausencia de momentos reemplazados por suspiros silenciosos y protestas inútiles, a causa de la dictadura parental, y un contacto de emociones creando una tierna inocencia. 

Escucho una cascada contando su vida a unos pequeños niños. 

Palisander.

Estaba esperando a que llegara el tren a la estación, veía posters promocionando productos inútiles, las grietas en los ladrillos color blanco y la oscuridad en los dos finales del túnel. Exhausto de mi día, di un suspiro, volteé a la derecha y vi a un mujer con cabello chino, corto, cachetes un poco grandes, sonriendo mientras leía un libro y acomodando su bufanda roja. 
Por fin llegó el tren y no podía quitar mi mirada de ella; estaba maravillado por sus ojos color café claro, sus blancas y delicadas manos junto a su sonrisa, su cuerpo tan lindo, inocente y deseable. Ambos subimos al tren, por diferente vagón. Parecía que su destino era la última estación entonces estaba contento por poder verla unos minutos más. 


No podía evitar pensar en invitarla a una cena romántica, la luz de las velas iluminando su inocente rostro, su pequeña risa como respuesta a mis estúpidos chistes y su bufanda roja combinando con un vestido negro, así que decidí levantarme de mi asiento y caminar hasta ella para preguntarle su nombre y al menos soñar con ella sabiendo cómo se llama. Pausé mi música y guardé mi celular, ella seguía leyendo su libro y cuando me acerqué, su mirada estaba sobre mí. Al principio su mirada reflejaba una curiosidad negativa pero al verme a los ojos, ella me sonrió y me dijo un “hola” lleno de dulzura. Mis emociones estaban incontrolables, mi cuerpo temblaba sin poder yo pararlo para que ella no pensara que era un idiota y le respondí su “hola”, preguntándole de manera muy nerviosa: “¿Cómo te llamas?”, ella me respondió, mostrando su bella sonrisa. Esos dientes blancos y perfectas lineas tan delicadas que formaban sus labios, enamoraron mis ojos. Platicamos hasta que llegamos a la última estación y al mismo tiempo dijimos: “no me quiero ir”, reímos y ella puso su mano sobre la mía. Bajamos del tren y la convencí de acompañarla a su casa a pesar de que era de noche. Ibamos abrazados todo el camino y tenía que bajar la mirada para poder ver sus inocentes ojos admirar los míos; veía un reflejo de serenidad en sus ojos y ella podía ver uno de protección en los míos. Acerqué mis manos a sus mejillas, le di un beso en la frente y un pétalo de jacaranda cayó justo en medio de nosotros, en la calle. Ambos volteamos hacía arriba para descubrir de dónde vino ese pétalo y un árbol con flores pequeñas color púrpura claro, posaba sobre nosotros, como si cuidara nuestro momento de amor y disfrutara ver nuestras sonrisas siendo genuinas. 

Muchos gritos fueron nuestros segundos ahora, mataron las sonrisas, amor e inocencia. Culpas sin razón, mentiras, furia y lejanía era lo que mantenía nuestras manos unidas y a la flor en medio de nosotros sin desaparecer.

Confusión.

Escuché el timbre de nuestro departamento, fui a enterarme quien tocó el timbre. Era un hombre de estatura promedio, piel color humana y tenía el cabello de un color blanco muy pacífico. Escuché su voz y decía: "necesito hablar con tu papá". No sé cuál fue mi motivación pero decidí abrir la puerta. El hombre entró y tenía un porte muy elegante, mostraba orgullo e imponía respeto. Atrás de él venían dos hombres muy callados y muy genéricos.
Este hombre que acababa de entrar a nuestra casa, esperaba muy contento pero impaciente a mi papá. Tan sólo un momento de espera muy corto, mi papá salió de su recámara haciendo que su silla de ruedas avanzara, nos sentamos en los sillones de la sala y el hombre de cabello blanco le propuso a mi papá algo que no puedo recordar por más que golpee mi cabeza con un martillo. 

Estábamos en el comedor, mi papá sentado en la silla principal, mi madre detrás de él con sus pequeñas manos en sus esqueléticos hombros, mi hermano mayor imitando a mi madre y yo estaba sentado en una silla junto a ellos, tranquilo. Este extraño hombre le acercó un contrato bastante extenso a mi papá y su cerebro reunió las últimas neuronas que le quedaban para leer parte del contrato y al final firmar. Una sonrisa surgió del rostro de este hombre al ver la tinta de mi padre arriba de "firme aquí" y le estrechó la mano; mi padre sonrió de una manera muy inocente y alegre, casi como un niño. El hombre que jamás habíamos visto prosiguió a retirarse junto a sus hombres.  

Este hombre que convenció a mi papá a firmar un contrato, entra a un sala de operación siendo "el paciente". Se le nota muy tranquilo, relajado y contento por lo que pasará en unos momentos. Él se coloca en una mesa de metal y cuatro doctores se preparaban para realizar una operación al parecer muy seria en este hombre. Todos los involucrados en la operación toman un bisturí y empiezan a mutilar al hombre tan entusiasmado por creer que iba a cambiar algo en la vida de mi padre. Usan sierras, machetes, cuchillos, martillos y demás utensilios para aumentar lo más posible en cantidad las partes del cuerpo del hombre. Yo por alguna razón era capaz de presenciar la tortura del hombre como si estuviera a un lado suyo o también como si yo fuera sus nervios y eso causaba en mí un extremo gozo y placer. Una escena quedó como imagen en mi memoria: veía al hombre acostado de perfil, dejando que el sufrimiento saliera por su cuerpo, llorando y sangrando, veía su rostro y un cuchillo siendo introducido entre sus dientes, cortando sus encías, y la fuerza del doctor que realizaba esta acción, hizo que su rostro se separara y quedara colgando, dejando expuesto parte de su quijada, algunos huesos de su craneo, músculos y miedo oscuro. 

Su cuerpo estaba en una orilla del quirófano, sus piernas, brazos, pies, apilados juntos a su torso. Su cuerpo reflejaba un color verde con pocas manchas rojas y sus ojos mirando al suelo reflejaban vacío y perdida. El hombre, ya sin cabello blanco, tosió muy fuerte dejando salir de su cuerpo olores fétidos, los doctores olieron la muerte del cuerpo de este hombre y cada uno sólo pudo resistir unos pocos segundos y después empezaron a vomitar todos. El hombre se quedó ahí, vivo por alguna razón, con sólo su torso y su cabeza y el quirófano estaba repleto por vomito, sangre y los cuerpos de los doctores tirados en el suelo a causa de lo asqueroso.


Cuando abrí los ojos me pregunté cuál fue el propósito del hombre al entrar a mi casa, al sonreírle a mi papá cuando él firmó, su creencia de que iba a cambiar algo para bien al entrar al quirófano. Lo que hice posteriormente a respirar fue dibujar la única imagen en mi cabeza. 

Cascada.

Me despedí de la muerte, de cuestionamientos, soledad y oscuro entendimiento. Iba caminando solo, descubriendo a mi alrededor unos fuertes y sanos árboles, unas muy lindas flores y animales disfrutando de la paz de su ecosistema, y sentí una refrescante y abrumadora brisa, lo cual hizo que mi curiosidad tomara control de mi cuerpo para encontrar lo que causaba esta brisa que tanto nos calmaba.

En el camino hacia la cascada, alcancé a notar la sombra de una persona detrás de mí pero seguía caminando sin voltear a ver aquella incómoda presencia. Conforme se acercaba poco a poco esta sombra a mí, los animales que gozaban de sus alrededores, quedaban petrificados en el momento en el que yo pasaba frente a sus ojos. Me sorprendía, no gratamente, de sus reacciones al verme pasar frente a ellos cuando esta extraña sombra ya estaba un poco por encima de la mía. Después de quedar inmóviles, segundos después, los animales se acercaban con mucha cautela a la sombra y posteriormente a mí. Llegué a tener junto a mí varios animales: venados, unas cuantas ardillas, pequeños pájaros, un bebé oso y su madre, y un lobo con un pelaje gris muy elegante; detrás de mí, en aquella sombra, había solamente dos cuervos tratando de avanzar al ritmo de mi caminar y de los animales junto a mí pero manteniéndose refugiados en esta oscura sombra.

Finalmente llegué a la cascada y pude contemplar su majestuoso color, había varios niños sentados en unas rocas cercanas a la cascada escuchando tranquilamente el sonido del agua caer y yo estaba maravillado por el encanto que la cascada introducía a mis sueños. Busqué algún lugar en el que pudiera estar más cerca de la cascada y me coloqué en una roca, con mucho espacio para descansar, del lado opuesto a los niños. Dejé que mi cuerpo descansara, cerré los ojos y escuchaba relajado las historias sobre la cascada. Escuchaba a estos niños recordar sus aventuras en este lugar, después de convivir en un lugar sencillo para ellos y tan añorado para los adultos, venían a estar junto a la cascada, a reír y seguir jugando por mucho tiempo.
Abrí mis ojos cuando el sol desapareció y las estrellas decidieron ser visibles. 

Inocencia, alegría, confianza y tranquilidad eran reflejadas por la forma en la que yo miraba a la cascada, la posición en la que mi cuerpo estaba situado en la roca y la sonrisa que surgió en ese momento y jamás murió. 

El reflejo de la luna en el cuerpo de la cascada fue algo bello, mi corazón latía serenamente y la alegría siempre estuvo en mí. Las gentiles corrientes de aire junto a la tierna brisa de la cascada, mantenían mi miedo e inseguridad contentos también. Luciérnagas volaron libremente y con una sorprendente sincronía.

Decidí irme, aún con ganas de disfrutar la felicidad un poco más, y antes de abandonar el lugar favorito de esos niños escuché un “adiós".

Cero kilómetros. Ante mis ojos. El inicio.

Un cementerio, frío, húmedo, abandonado, lleno de mis vivencias en ese lugar, representadas por las marcas de mis viejas pisadas, ahora cubiertas por un pútrido suelo mezclado por naturaleza hermosa y horror humano. 

Hace dos días tuve ganas de regresar y recordar qué sentimientos fueron obligadas a ser enterrados con o sin mi concentimiento, pero su sonrisa y sus chistes malos arruinaron mi plan. Ya no regresé al cementerio, eso no existía, lo olvide todo para sonreírle al mismo tiempo que ella me sonreía. 

Hoy, estuve presente en mi cementerio de sentimientos, no era tan diferente comparado con mi última visita, sólo que esta vez, veía la niebla un poco más alejada. 

Pasé por la lápida de varios sentimientos y eso me hizo recordar algunos momentos que pasaba con él y la razón por la cuál esos sentimientos fueron enterrados. Algo que ignoré al llegar fue una mancha de color al final del cementerio. Cuando llegué a la mancha de color, finalmente pude ver que era una flor, subí mi mirada para ver lo escrito en la lápida pero estaba destrozada, parecía que en unos segundos el viento era capaz de llevarse lo que quedaba de ella, y lo único que se podía leer era la fecha en la que inició lo que sea que fue enterrado: 1999. También pude ver la letra con la que lo enterrado inicia: la letra "V".


¿Por qué una flor? ¿V? ¿1999? ¿Ella?