viernes, 22 de enero de 2016

Dime por qué.

¿Por qué llegaste? ¿Por qué cuando todo estaba perdido llegaste y lo arreglaste? ¿Por qué cuando me siento mal, llegas y me haces sentir mejor? ¿Por qué cuando las cosas sólo parecen empeorar apareces y lo mejoras todo? ¿Por qué cuando todo está oscuro, llegas y prendes la luz? ¿Por qué cuando no veo nada eres tú la que me quita la venda de los ojos? ¿Por qué cuando me caigo tu recuerdo hace que me levante? ¿Por qué cuando todo es desabrido, te veo y una gama de sabores explota en mi ser? ¿Por qué cuando sonríes sale el sol en mi mundo de mierda? ¿Por qué cada vez que te miro a los ojos veo un mar de indescriptibles mundos, galaxias y espacios siderales? ¿Por qué cuando era (¿soy?) sordo, tu voz hizo (hace) que escuchara más allá de lo que quería escuchar (lo que necesito)? ¿Por qué siento todo esto? ¿Por qué no lo sabes? ¿Por qué no tengo el valor de decírtelo? ¿Por qué tengo tanto miedo? ¿Por qué tú? ¿Por qué yo?  
¿No ves el daño que me haces?
Hace un par de años no sabía de tu existencia y todo estaba "bien" (jamás lo estuve), de repente apareces y todo mejora (empeora). No te estoy tratando de culpar, pero tampoco es mi culpa (¿o sí?). Perdóname por no poder distinguir entre lo bueno y lo malo. Es la primera vez en toda mi vida que siento este miedo, un miedo tan petrificante que no se compara con algunas de tus peores pesadillas; miedo a volver ser ciego, miedo a volver ser sordo, miedo a no poder saborear nada, miedo a no poder levantarme de nuevo, miedo a volver ser el fantasma que antes solía ser, miedo a perder lo mejor que me ha pasado en la vida (hasta hoy). Pero también es la primera vez que siento mis seis sentidos funcionando como nunca antes. Es algo hermoso, y todo gracias a ti. Jamás me había sentido tan lleno, tan motivado, tan vivo. Tal vez no fuimos/somos/seremos nada, tal vez mañana muramos, tal vez mañana los mundos colapsen, tal vez...

Escrito por: /A/ /N/



miércoles, 6 de enero de 2016

Desquiciado.

Epidemias, éstas han arrasado con poblaciones enteras sin piedad alguna; la peste negra, la fiebre porcina y muchas otras más atrocidades del poder divino. Mientras las epidemias suceden, se ven a miles de personas morir cada segundo, la desesperación de las mentes más brillantes y de las más débiles por no saber quién inicio la epidemia, dónde se inició, cómo y hasta se preguntan por qué les pasa esta desgracia. Castigo divino. Escenas grotescas: gente vomitando sangre, desesperados apuñalando sus pechos para terminar sus sufrimientos, sangre siendo expulsada de los ojos, nariz, boca y orejas de algunas desafortunados, cuerpos cayéndose de las camas por los fuertes tirones de un movimiento llamado compulsión y solamente pocas escenas pacíficas suceden, después de mucho sufrimiento, algunos mueren en sus sueños; yo disfruto cada una de los gloriosos momentos de la vida ya mencionados pero no tengo la más mínima idea de lo que digo, yo sólo escribo lo que a mi imaginación le permiten conocer. 

No sé si a las 2dos de la madrugada, a las 3tres, 4cuatro o justo cuando yo decido dormir, mis mayores temores parecen querer que me una a su eufórica fiesta de terror y gozo de la locura. Esto sólo pasa antes de que salga el sol, justo cuando la noche muere de desesperación. 

En la exótica fiesta, se permite la entrada a nuevos individuos cada treinta minutos, yo decido quién se queda y expulso con enojo a las personas que ya no tienen utilidad; si alguien se queda, significa que tiene al menos treinta minutos más para torturarme y sonreír. Ha habido dos fiestas últimamente, ambas de trece horas de duración, lo cual equivale a que he decidido quién se va y quién se queda 26 veces por cada fiesta; algo un poco agotador. He besado a todas mis inseguridades, mientras vomito el exceso de alcohol, mis tristes emociones están detrás de mí cuidándome, el sexo con mis temores y miedos es increíble, las pláticas en el balcón junto a mis verdades, sintiendo el petrificante aire, han sido muy profundas y con llanto. El regreso a la realidad siempre es la peor resaca. Mi resultado de estas fiestas, dejando de lado el horrible dolor de cabeza, son: altas temperaturas corporales, mareos, náuseas, poca energía, mucho sueño, pensamientos suicidas y muchas ganas de decirle a una persona en específico lo que me está pasando por si es que ésta tiene alguna pastilla para dormir porque de verdad necesito alguna, aunque no sé qué pasaría si introdujera a mi organismo semejante farmacéutico…la fiesta podría no tener a nadie nuevo. La primera vez sería monótona y las noches siguientes serían personas nuevas pero desesperadas y enojadas por esperar horas continuas en mi subconsciente, ansiosos por querer despedazarme o dejarme en cenizas mientras ellos se divierten en alguna parte de mi cerebro lejos de mis gritos. 

Ahora trato de alejar a la gente que quiere asistir al evento, de hacerlas pensar que ya no habrá más fiestas en el futuro; sé que nunca se acabarán, que siempre existirán las adicciones, los efectos secundarios y los pensamientos suicidas, pero trataré de controlar el consumo de alcohol y de felicidad en mi mente. En los escasos minutos que me otorgan para decidir quién entra, les gritó las atrocidades que tratan de hacer, los insulto. Veo lo que pretenden hacer con mi facultad del entendimiento (juicio) y en ese momento es cuando ellos se convierten en materia imaginaria y puedo hacer que mueran a mí manera; he matado aproximadamente a 105 personas que sólo querían divertirse conmigo. Ahora me arrepiento de sus pobres inexistentes, y creadas por mí, mentes.

P.- Entonces dices que ves cosas que no existen y que las escuchas. 
K/I.- Sí.
P.- Tú no te preocupes, son cosas normales que le pasan a personas como nosotros. Ignora todo, concéntrate en mí y dime qué ves en esta imagen. 
K/I.- Te veo a ti. Siempre pienso en ti y me acuerdo de ti. Necesito verte más seguido y necesito de tu ayuda profesional.

P.- No. Adiós. Te quiero.