lunes, 26 de octubre de 2015

Cero kilómetros. Ante mis ojos. El inicio.

Un cementerio, frío, húmedo, abandonado, lleno de mis vivencias en ese lugar, representadas por las marcas de mis viejas pisadas, ahora cubiertas por un pútrido suelo mezclado por naturaleza hermosa y horror humano. 

Hace dos días tuve ganas de regresar y recordar qué sentimientos fueron obligadas a ser enterrados con o sin mi concentimiento, pero su sonrisa y sus chistes malos arruinaron mi plan. Ya no regresé al cementerio, eso no existía, lo olvide todo para sonreírle al mismo tiempo que ella me sonreía. 

Hoy, estuve presente en mi cementerio de sentimientos, no era tan diferente comparado con mi última visita, sólo que esta vez, veía la niebla un poco más alejada. 

Pasé por la lápida de varios sentimientos y eso me hizo recordar algunos momentos que pasaba con él y la razón por la cuál esos sentimientos fueron enterrados. Algo que ignoré al llegar fue una mancha de color al final del cementerio. Cuando llegué a la mancha de color, finalmente pude ver que era una flor, subí mi mirada para ver lo escrito en la lápida pero estaba destrozada, parecía que en unos segundos el viento era capaz de llevarse lo que quedaba de ella, y lo único que se podía leer era la fecha en la que inició lo que sea que fue enterrado: 1999. También pude ver la letra con la que lo enterrado inicia: la letra "V".


¿Por qué una flor? ¿V? ¿1999? ¿Ella? 

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